miércoles, 15 de mayo de 2013

FÚGATE DEL MUNDO REAL


FÚGATE DEL MUNDO REAL

No nos engañemos, toda nuestra vida es una mentira. Cuando somos pequeños, a los niños los traía la cigüeña, cuando se nos caía un diente venía el Ratoncito Pérez, durante todo el año éramos vigilados por tres ancianos que venían desde Oriente cargados de regalos, las princesas y cuentos de hadas eran totalmente factibles, y todos éramos capaces de ver la bola de fuego, que salía al juntar nuestras manos, al grito de “dragon ball”. Nada era imposible, creíamos que el mundo estaba a nuestros pies. 



Fuimos creciendo y nos dimos cuenta que en París no había bebés volando, que lo ratones son un fastidio mas que otra cosa, que en oriente no hay Toys r us, que los príncipes suelen ser ranas y que el fuego quema. Pero no pasa nada, llegaron más realidades camufladas. Ricky Martin y el perro, los chinos traficantes de órganos, el primo de tu mejor amigo que parece omnipresente, y los anuncios. Esos anuncios. Ese fantástico quitamanchas, esa paste de dientes hiperblanqueadora, ese chicle con explosión de sabor, ese champú con el que viajas al caribe, ese desodorante que te hace ser un fucker, esa hamburguesa más sana que una manzana…




¿Y qué me dicen de las frases motivadoras? Pasamos nuestra vida escolar estudiando a Platón, Kant, Descartes y los máximos pensadores resultan ser Bob Marley, Marilyn Monroe y Will Smith. Pero yo me pregunto, ¿De verdad les dio tiempo a ser tan célebres, o no todas las citas están atribuidas a su autor?




Pero, aunque parezca una locura, me encanta, me encanta esa realidad maquillada, esa que da alegría a nuestro día a día, esa chispa de la vida.
¿Qué haríamos sin ello? ¿Qué haríamos sin poder soñar con un verano como el de Estrella Damm? ¿Qué haríamos sin esos anuncios de Coca-Cola que hacen que nos replanteemos la vida? ¿Sin poder ir al sur para encontrar el norte? ¿Sin lo escalofriante de Mahou? ¿Qué haríamos sin ese niño de Danone que todos queremos tener? ¿Sin esas repúblicas independientes de Ikea?



Yo soy feliz en ese mundo. Pudiendo soñar. Imaginando encontrar ese trébol de cuatro hojas entre 10.000 de tres. Llevando como lema el famoso Hakuna Matata que esconde nuestras preocupaciones. Fugándome del mundo completamente real. Porque si mal no recuerdo, alguien nos espera en el país de nunca jamás. Segunda estrella a la derecha todo recto hasta el amanecer.


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